jueves, 9 de julio de 2020

Mundial de escritura Día 9

Escribí esto para el Mundial de escritura
La consigna de hoy era escribir una carta de despedida a un amor.

Querido amor:
Hoy me acordé de las tardes de verano en Brasil. Pasaron 20 años. Tu mano rozó la mía. No creas que no me di cuenta. Después me tocaste la pierna. Me apoyaste tu mano sobre el mulso, como quien casualmente necesitaba reposarse. Justo ahí. Éramos chicos, ni habíamos terminado el secundario. Un torbellino adolescente en estado de ebullición.
Nuestro primer beso no fue bueno. No solo fue torpe. Fue duro, rígido. Me gusto mucho más sentir tu espalda. Envolverla con mis manos, juntar mis dedos hasta rodearla. Tocarte el culo por primera vez.
Cuando vivíamos cada uno con sus padres y hermanos hablábamos horas, nos tenías teléfono en tu cuarto pero yo no. Teléfono fijo. Había que sacar turno para hablar. Nos puteaban de los dos lados. Éramos dos tórtolos.
Que cabezas de novios.
¿Te acordas de la ropa? Vos me vestías. Yo te dejaba hacerlo. Un fashion emergency de un adolescente a otro.
Todo lo que vino después fue bueno. Los viajes, las penurias económicas, el sexo, las salidas.
Estoy leyendo un libro que dice q ir  la raza humana es mucho mejor explicando que prediciendo lo que va a pasar.
Yo siento que hoy no hace falta dar explicaciones por lo que pasó.
Tenemos un hijo, dos perros, un auto y medio departamento. Lo que nos trajo hasta acá no fue amor solamente. Fue la pulsión exploratoria de las almas que se encuentran.
Todo esto suena cursi, lo sé. Es una melodía barata que sale de un juguete chino. Pero tiene que ser así. Si buscamos que algo loco sea racional no vamos a poder disfrutarlo.
El amor es tonto.
Es bobo, fofo. En una gelatina mal cocinada.
Esto tiene que ser así. Nos merecemos este final.
Cuando a la noche me angustie voy a poner un episodio de Friends para poder dormirme. Cuando a la tarde me atore por el nudo en la garganta voy a tomar un té con bay biscuits como lo harías vos. Cuando a la mañana tenga frío me voy a tapar con tu manta de polar, la que usabas para dibujar cuando vivíamos en Larrea y no teníamos calefacción. Te la robé el otro día. La metí en el bolso sin que te dieras cuenta.
Te quiero mucho.
Chau
¿Cortás vos? No, cortá vos.
Yo no puedo.
Tengo que dejarlo pasar.
¿Qué fue lo que salió mal? No me gusta hacer ese ejercicio. ¿De quién es la culpa? Menos todavía. Somos mucho mejor dando explicaciones. Pero yo no quiero darlas. Estoy enojado. Furioso, en realidad.
Cuando te dije que no era lo que quería te estaba mintiendo. Sí, lo quería. Pero no podía soltarlo. Vos siempre fuiste mucho más piola que yo. Esto se tiene que terminar. Podría estar toda la vida enojado. No puedo escribir porque me duele pensar en lo que no fue. Te mentí, estoy recaliente.
Perdoname, perdoname. Sé que podría haberlo hecho mejor. Está bien, tenés razón.
Hagamos una cosa, dejemos que las cosas se calmen, dejemos pasar. Me dijiste que no escriba enojado pero lo estoy haciendo, lo tengo que hacer. Y no me sale, te juro que no me salen las palabras. Dejá, está bien. Quedemos así.
Empecé citando una canción berreta y terminé amagando un final falso, como el de “November Rain”. Es lo único que pienso desde que volví a vivir con mis viejos.
Ahora sí, chau, te quiero mucho.
(3128 caracteres)

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