jueves, 18 de abril de 2024

Confesiones de un zurdo en un mundo de diestros: Episodio 1

La siguiente es una serie de ensayos irregulares sobre un tema que tal vez algún día tome forma y se convierta en un proyecto. 

Soy zurdo desde que tengo uso de memoria. O sea, desde siempre. No tengo recuerdos de mi primer encuentro con esa condición. No me acuerdo cómo aprendí a escribir con la mano izquiera ni por qué le pego a la pelota mal, pero con la zurda. 

Tampoco sé por qué para comer sí soy diestro (es decir, sostengo el tenedor con la izquierda y el cuchillo con la derecha). No sé si alguien me adiestró a propósito. Ni por qué el mouse de la computadora puedo dominarlo con la derecha. 

Aprendí a tocar rudimentariamente algunos acordes en la guitarra, como la tocan los diestros. Nunca fui muy hábil ni lo seré con el instrumento pero recuerdo un día a los 11 años cuando tomé por primera vez una criolla y la profesora me dijo: está al revés. Claro, la había agarrado como a mí me parecía que se debía hacerlo, con el mango a la derecha. Pero las cuerdas no estaban invertidas, así que no quedó otra que intentarlo como lo hacen los diestros, o sea, 9 de cada 10 personas. 

Raquetas de tenis, padel o ping pong? Todas las tomo con la zurda. ¿Golf? Zurdo. 

Cuando fuimos de luna de miel a Sudáfrica alquilamos un auto con dirección manual. Sólo entonces me di cuenta que lo que parecía que sería una tragedia imposible de sobrellevar (manejar por la izquierda y con el asiento del conductor a la derecha) era bastante cómodo para mí que soy zurdo... porque hacía los cambios con mi mano hábil ya que la palanca estaba a la izquierda del volante.

En el colegio cuando usaba lapicera me manchaba la mano, y la hoja. Siempre le eché la culpa de mi desprolijidad y mala caligrafía a mi zurdés. Con el tiempo descubrí que no era eso, era yo. Mi hermana, por caso, es zurda y tiene buena letra. 

Con mis compañeros nos chocábamos los codos en los bancos. Más tarde en la facultad tenía que acomodar el cuaderno de una manera bastante poco natural para poder tomar notas, porque casi todos los bancos del aula eran bancos para diestros. 

Hace poco vi cómo un amigo zurdo escribía ¡de abajo para arriba! O sea, con el cuaderno colocado en sentido perpendicular a su cuerpo. 

Siempre quise hacer algo al respecto. ¿Qué? No sé. En 2020 con mi amigo José Llamosas grabamos un episodio del podcast dedicado a este tema. 

Tal vez ahora sea el momento de hacer algo al respecto.