martes, 24 de julio de 2012

Diccionario Pedro

(actualizado al 24/07/2012)
Agua: Agua
Hola: Hola
Mama: Mamadera
Mamaaá: Mamá
Papaaá: Papá
Ashh: Luz
Ishh: sal
Anana: Banana
Tota: torta
Tapa: tapa
Raff: Perro (onomatopeya)
Shhhh: Avión (onomatopeya)
Ammmm: Moto (onomatopeya)
Ahí ta: Ahí está
Tata: Julio Luis Piacentini
Fufa: Estufa
Flaflufla: Pantufla (?!)
Siya: Silla (también, Mi silla)
Tutú: auto
Tuto: caliente
Atita: Galletita
Pisa: Pizza
E Beby: Beby (bisabuela)
Eche: Leche
Si:
No: No
Atíto: Albertito
Pipí: pis
Eso: Queso
Papa: Comida
Pepe: Sapo Pepe
Nana: Rana Kermit

jueves, 19 de julio de 2012

Liberen las Toddy

Hoy por la mañana pasé por un kiosco que exhibía orgulloso el cartel que se ve en la foto de arriba, aquel que con letras de marcador negras sobre un fondo de cartulina recortada anuncia “Hay Toddy”. Arriba del cartel estaban las tan mentadas galletitas Toddy en su presentación pequeña de seis unidades. Cuando comenté els (para mí) curioso aviso en el trabajo me di cuenta de que me había perdido algo y que llegué tarde a una polémica intensa, reveladora e intrascendente (de esas que me gustan tanto).
En caso de que no se hayan enterado, copio parte de la nota de infonews del 17 de mayo en donde relata la cuestión.

Fueron un éxito en su aparición, apenas hace dos meses. Pero desaparecieron de los comercios hace días. Hoy son casi "inconseguibles". Son las galletitas Toddy, que despertaron pasión y "adicción" en algunos paladares.
¿Qué pasó que no están más en los kioscos, ni en los supermercados, minimercardos y en los denominados "Súper chinos"? Se tejieron decenas de hipótesis. Forma de publicidad marketinera, conflicto judicial con su rival (Pepitos) y usuarios desabastecedores que tienen bajo llaves en su propiedad cientos de galletas Toddy, entre otros rumores.
(…)
Esteban Agost Carreño, gerente de comunicación de Pepsico Cono sur, contó y develó el misterio: "La realidad es que se generó un desabastecimiento ante tanto consumo y ante la creciente demanda".
(…)
Sobre la situación actual y lo que se viene con respecto a las galletitas Toddy, explicó: "Estamos encaminados a normalizar la producción. Antes de fin de mes ya se va a haber regularizado el tema, y va a haber el mismo nivel del circuito comercial que había antes de esta gran demanda". Y prometió: "Durante la primera semana de junio vuelven las galletitas a los comercios, van a estar en todos los puntos de venta".

Parece que el tema de las Toddy y su desabastecimiento fue muy comentado en redes sociales y en mis propias narices hace unas semanas. Hasta se llegó a decir que –debido al fuerte descalce entre la demanda y el faltante de stock- hubo stoqueo, reventa de Toddy en Mercado Libre y que en un súper chino de algún lugar de Buenos Aires habían puesto un cartel que advertía “Galletitas Toddy: sólo para clientes”.
Antes de eso, en marzo o abril, había probado las Toddy. Las vi en el supermercado y me llamó la atención el precio (son caras) y la marca que tomaba el nombre de la competencia ochentosa del Nesquik. Me gustaron, pero me parecieron pretenciosas y un poco demasiado mantecosas. En el medio pasó la historia que acabo de comentar.
A pesar de que quien comentó lo del cartel de “Toddy, sólo para clientes” jura que la historia es real, no me imagino a un súper chino haciendo eso. Aunque no confesó que el cuento haya sido en realidad una leyenda urbana, la foto cartel nunca apareció.
Hoy, las Toddy ya se están volviendo a conseguir con cierta facilidad en los canales de venta habituales.

lunes, 16 de julio de 2012

Ministro de Economía invisible

En el cuestionario de actualidad del concurso de preguntas y respuestas que ganamos hace unas semanas una de las preguntas era ¿quién es el actual ministro de Economía? Sólo dos de los 10 equipos contestamos bien que Hernán Lorenzino es el actual titular de la cartera de Hacienda. Era una pregunta que, hecha 10 años atrás, hubiese sido de las más fáciles para cualquier argentino medianamente informado. Hoy, conocer el nombre del que maneja en las formas las finanzas del país es un lujo que nos podemos dar apenas algunos giles como yo, que guardo en mi memoria cantidad de datos inútiles.
La historia argentina siempre le dio un rol central a los ministros de Economía y durante muchos años los nombres Cavallo, Lavagna, incluso Machinea y -más atras en el tiempo- Sourrouille, Grinspun o Martinez de Hoz acaparaban gran parte de la atención en páginas, titulares y editoriales en los medios. Es cierto que la administración Kirchner cambió intencionalmente el perfil de los ministros de Economía. Ya desde la campaña en 2003 Néstor había dicho "el ministro de Economía soy yo", aunque después tuvo que sumar a Roberto Lavagna a su equipo para poder repuntar en las encuestas. Cuando por fin se pudo deshacer de él una vez que las cosas andaban más o menos bien y su poder era fuerte, Kirchner dio comienzo a una era de ministros de Economía casi testimoniales y a veces ignotos.
Hoy, Lorenzino es un personaje nombrado poco y nada en los medios, incluso en las secciones de Economía de los principales diarios. Su apellido aparece en las listas de popularidad relegado por el de otros funcionarios que, en los papeles, están por un peldaño más abajo de él: Guillermo Moreno, Mercedes Marcó del Pont, Débora Giorgi. 
Hice un análisis cuantitativo poco profesional de la sección Economia & Negocios del diario La Nación (versión papel). En un promedio de 15 notas diarias (incluyendo breves y Qué Pasa), el apellido Lorenzino fue nombrado apenas dos veces en las últimas 12 ediciones del suplemento. Es decir, sólo fue mencionado en dos notas de las cerca de 200 publicadas en la sección desde el 2 de julio. 

jueves, 12 de julio de 2012

Fafufa


Estoy a dos materias de convertirme en un gasista matriculado especializado en estufas de tiro balanceado Emegé. En los últimos años aprendí todo lo que es necesario saber para no depender de si Fernando puede venir o no a soplar un cañito o meter un alfiler, cobrar e irse en 10 minutos. Ya sé lo que es una termocupla, cómo funciona el magiclick y que también se puede prender el piloto con un fósforo desatornillando la ventana. También conozco perfecamente el entramado de caños que hacen que llegue el gas al artefacto. Sé cómo ajustar la tuerca para que pase bien el gas, cómo acomodar la termocupla para que la válvula se caliente y se dilate. Y también sé que el problema más común es que el pequeño agujero por donde llega el gas al artefacto se ensucia fácilmente. Para ello, basta con meter un alfiler o una aguja finita (un clip ya es demasiado gordo u no pasa por el orificio). A veces cuesta más, a veces cuesta menos, pero cuando consigo hacer andar el aparato en un día frío me siento un poco MacGyver.

jueves, 5 de julio de 2012

Apoyo a la semana de la dulzura

Hace unos meses comenté con bastante superficialidad mis opiniones divididas respecto de las nuevas fiestas importadas. Me quedó afuera de la lista -en realidad porque no es importada- el comentario sobre la Semana de la dulzura. Un poco anticipado en el título, pero acá va.
Haciendo una investigación bastante floja sobre el tema, me enteré de que la Semana de la dulzura fue un invento de Arcor en 1989 para impulsar las ventas de su Bon o Bon. Nota al margen: Bon o Bon salió al mercado en 1984; es decir, cuando yo nací no existía (y yo pensaba que era una golosina eterna). Después se extendió la propuesta a otro tipo de dulces, pero el que empezó proponer cambiar una golosina por un beso en la primera semana de julio fue el Bon o Bon que, dicho sea de paso, es la copia mejorada del Serenata de amor de Garoto.
Tengo buenos recuerdos de uno de los primeros comerciales de la Semana de la dulzura. Uno muy viejo con el tema What's in a Kiss, de Gilbert O'Sullivan, pero no pude encontrar el video en YouTube. La entrada de Wikipedia sobre el festejo en cuestión dice erróneamente que "Gracias a Bon o Bon, a Arcor y a la canción de Fito Páez con la que empezaron a venderse estas golosinas llamada "Dar es dar", se impulsó la creación en Argentina de la llamada Semana de la Dulzura". En realidad, el tema de Páez "Dar es dar" fue editado por primera vez en el disco Euforia en 1996. Si bien se utilizó como la música de uno de los tantos comerciales sobre para promocionar la semana, no es cierto que la canción del rosarino haya impulsado la creación de la Semana de la dulzura en 1989. Así que me tomé el trabajo de editar ese artículo de Wikipedia.
Volviendo al tema, me queda manifestar mi apoyo total a esta fecha comercial. Es invierno, hace frío y me encantan las golosinas, sobre todo en este época del año. Así que toda iniciativa que haya sido creada para fomentar el consumo de dulces me parece buena y oportuna. Bien por Acor, por la  ADGyA (asociación de Distribuidores de Golosinas) que promovió la inciativa y por todas las personas que regalan golosinas.

martes, 3 de julio de 2012

Sobre los festejos de gol

Los temas periféricos del fútbol me interesan tanto o más que el deporte en sí. Cambios en los reglamentos, incorporación de tecnología y la génesis de los cánticos en las hinchadas son algunos de los tópicos tratados en este blog con mayor o menor profundidad. Ahora, quería dedicar algunas líneas inconexas para reflexionar arbitrariamente sobre los festejos de gol, intentar analizar lo que pasa por la cabeza del goleador durante esos momentos de gloria y por qué algunos festejos son eternos y otros falsos y efímeros.
Desde el punto de vista psicológico hacer un gol importante debe ser un momento revolucionario
para la cabeza. Esos tres o cuatro segundos posteriores al momento en que la pelota toca la red y el árbitro confirma el gol apuntando al centro de la cancha, digo, deben generar cortocircuitos por todos los conectores de las neuronas y hacer subir ya de por sí altas pulsasiones del jugador. En ese sentido, el fesejo es un deshago necesaria para poder bajar a la tierra y no morir en el acto emocional. Cuanto más importante es la instancia de gol  y lo que el gol implica en el partido, además. más grande debería ser ese desahogo. Tuve poquísimas oportunidades de gritar un gol convertido por mí en partidos de ínfima relevancia, pero algo puedo decir que conozco esa sensación.
Si bien todos los festejos son de alguna manera premeditados, no me gustan los festejos excesivamente ensayados. Me parece que esas coregrafías de uno o más jugadores no pasan de un momento risueño y no quedan en la historia. No creo en los jugadores sentados jugando al truco, ni en el que agarra el banderín del corner y ametralla a sus compañeros, ni en los que bailan Macarena o Ai si eu te pego. Mucho menos en el equipo de Islandia que se hizo famoso en YouTube por sus festejos armados más para el noticiero del mediodía que para la tribuna vacía que estaba viendo el partido.
También me generan dudas los festejos marca registrada. Como los de Marcelo Salas haciendo la reverencia o los del inflador del Piojo López, el avioncito de Rambert o, más acá en el tiempo, los de Di María y su corazón berreta. No me molestan, pero me dan la sensación de que el tipo estuvo pensando en el festejo antes que en el gol. Tampoco me gustan las consignas pintadas debajo de las camisetas.
Los festejos que creo que son los verdaderamente trascendentes son los festejos naturales pero armados a la vez, los que vienen con connotación especial incluída. Esos que un par de años después se comentan tanto o más que el gol. Esos que dicen mucho y que son tomados por otros jugadores (anónimos o conocidos) para decir algo parecido. Como el de Riquelme haciéndole el topo Gigio a Macri (y declarando después más inteligentemente que era el Topo Gigio cuando todos sabían que estaba pidiendo un aumento). O el de Bebeto, meciendo a su hijo por nacer en el Mundial 94.
La semana pasada estuve comentando con cada persona que pude la celebración de Mario Balotelli. Después de clavarla en el ángulo desde afuera del área y liquidar a Alemania con su segundo golazo, Súper Mario se sacó la remera, se puso los brazos en jarra y dejó toda su humanidad hercúlea al descubierto para eternizar ese momento como una estatua. Sabía lo que hacía y lo hizo en el momento justo para que el instante sea inmortal. Su festejo Hulk, mejor dicho, su no-festejo (coronado por la frase "¿alguien vio a un cartero festejar cuando entrega una carta?"), seguramente será recordado siempre. Ya fue imitado por el japonés Ken Tokura. Me veo más a jugadores anónimos copiando su gesto. Los pros, creo, no van a arriesgar la amarilla para homenajear al jugador del City. Para mí entró derecho a la vitrina de los festejos de gol eternos.