viernes, 5 de febrero de 2021

Cuarentena Día 323

Hace más de 4 meses le conté al psiquiatra que estaba escribiendo un diario de la cuarentena. Me pareció que era una manera inteligente de sobrellevar un proceso doloroso. Creí, equivocado, que me iba a elogiar la idea. Me contestó, casi con sorna: "Pff y qué estás escribiendo 'todo es una mierda, estoy enojado'". 

Cuando mi ego pudo digerir el comentario caí en la cuenta de que tenía razón. ¿Para qué servía contar lo que hacíamos mientras todo se venía abajo, o algo así?

Me dejé llevar por el golpe y dejé de escribir, casi de inmediato. 

Pasaron más de 100 días desde que tecleé algo razonable por última vez. Pasamos navidad mejor de lo que esperaba. El 24 de diciembre Guada sumergió mi teléfono en algo que no vi. Recién 5 días después, cuando el técnico me dijo que estaba mojado, me enteré de las malas nuevas. Pensaba que había sido algo de la batería y punto. Estuve tres semanas sin celular, con todo el fin de año en el medio y, en vez de enfurecerme, el episodio me tranquilizó. A veces es mejor no estar tan conectado. 

Pasamos el segundo fin de semana del año en el campo de la hermana de Güi en San Antonio de Areco. En la cuna de la tradición, una estancia con caballos, pileta, casa de huéspedes y cancha de polo. Cuando llegamos el viernes a la tarde me preguntaron si yo me iba a encargar del asado. ¿Asado de campo? sí, con leña, sin carbón y en el piso. Bueno. Lomo, colita de cuadril, chorizos y un matambre de ternera que se coció en los fierros a fuego lento. 

Luna ya tiene más de 6 meses. Empezamos a sacarla a pasear a la mañana, a la noche y, a veces, a la tarde. Para que no se coma todos los muebles ni ladre a la mañana. Para que no haga pis adentro. ¿Quién se encarga de esos paseos? Yo, claro. Aprovecho para escuchar un epidodio de algún podcast.  Ahora estoy terminando los miles de programas de Here's The Thing, un podcast de entrevistas de Alec Baldwin. 

A principios de enero retomé Cobra Kai. Había visto la primera temporada en 2018, cuando se estrenó en YouTube. Me costó entender que, cuando se estrenó en Netflix, haya sido un éxito. Siento que me agarró el síndrome de Cemento. Yo los conocía de antes, y desacredité a los que se subieron a la ola en la N. Cuando maduré emocionalmente pude ver las otras dos temporadas y las disfruté bastante. Ya no era una bizarreada tonta que empezó como un chiste de Barney en How I Met Your Mother. Encontré profundidad en la narración y en el desarrollo de los personajes. 

También me enfermé de amor con los documentales de Ken Burns. En su momento, hace dos años, había flasheado con The Vietnam War. Pero en enero, una nota en la cual criticaban al documental de rock de Santaolalla me puso en autos de que Burns había estrenado en 2019 un documental sobre Country Music. 8 episodios, 16 horas cada uno. Lo vi dos veces. También me vi el primero que estrenó en 1981: The Brookly Bridge. Y uno de Mark Twain, y uno sobre la historia de 5 chicos falsamente acusados de una violación en Central Park. 

Un tuit de una crítica de libros me presentó el libro "Canten putos", crónicas sobre la historia de algunas de las canciones de la cancha. Corrí a comprarlo por Mercado Libre. Cuando me lo estaba devorando descubrí que en la página 70 este blog es protagonista cuando recuerda un posteo sobre la llegada de Annie's Song, de John Denver, a la cancha (vía Sergio Denis). 

Me propuse revertir el problema de peso acumulado en cuarentena. Calculé que bajando 400 gramos por semana, algo que no me insumiría demasiado esfuerzo, podría descender 15 kilos lentamente. Hice la cuenta en una planilla de Excel. Empecé el 1º de enero y 6 semanas después los resultados son mixtos.

Guada nos va a matar. Si nos morimos, no será por algún virus sino por la energía que nos consumió ella. Hoy cuando volví de buscar a Luna me recibió con un Holaaaa lleno de mocos. Cuando se ríe frunce el ceño y nos mata de amor.

Estuvimos aislados 10 días completos porque a Nancy le dio Covid positivo. Me di cuenta de que el aislamiento estrecho tiene que ser demasiado estrecho. El que se cuida bien no se contagia. A veces, sin embargo, no podemos cumplir con todo. 

Ahora estamos transitando lo más parecido a unas vacaciones. En una casa con pileta y laguna en Benavidez. Trabajando. Invitados, claro.