miércoles, 15 de julio de 2020

Mundial de escritura Día 14

Escribí esto para el Mundial de escritura

La consigna de hoy era escribir una historia a partir de una foto.


¿Sabías que el único presidente argentino zurdo fue Arturo Umberto Illia? Hay una foto de él que está pateando una pelota de fútbol con la pierna izquierda. En mi obsesión por encontrar algún presidente que comparta mi condición de left-handed. Busqué en fotos de todos presidentes que encontré, desde Alberto hasta Bartolomé Mitre y no encontré evidencia cierta para poder decir que había un presidente que escribiera con la mano izquierda.

Otro impedimento para encontrar a un potencial zurdo fue el hecho de que hasta algo menos de 60 años a los zurdos los adiestraban. Es decir, a los que naturalmente escribían con la mano izquierda los obligaban a fuerza de azotes a hacerlo con la derecha. 

Por eso, de haberlo habido, no lo podríamos saber salvo que algún biógrafo nos lo contara. 

Después de una investigación que llamé “necesaria”, me crucé con esa imagen de Illia pateando una pelota antigua con la pierna izquierda. ¿Querrá decir eso que la Tortuga fue zurdo? No. Le comenté el tema a Camila Perochena y me dijo “tal vez le pegaba con la izquierda porque era muy malo jugando al fútbol”. No, nada que ver, Camila. Ah, cierto que me dijiste que no sabés nada de fútbol. 

Le dije que iba a buscar en Twitter si algún familiar de Illia podía confirmar. Encontré que un nieto, Leandro Illia, tenía una cuenta activa y bastantes seguidores. Periodista deportivo picante. Le mandé la pregunta y no me contestó. 

Pero la historia que quería contar no es la de la foto del expresidente pateando una pelota de cuero posiblemente fabricada en Bell Ville, la capital nacional de las pelotas. 

En la casa de mi abuelos hay una biblioteca con libros y marcos de fotos. En una de ellas está Papi con un grupo de amigos en el campo de su suegra en Corrientes. Sobre el costado izquierdo sobresale la figura de Don Arturo.

Todos menos mi abuelo están muertos al día de hoy. En agosto de 1981 los correligionarios se juntaron a comer un asado en la estancia Santa Rita. 

No sé si fue agosto, ni si fue en 1981. Ni siquiera sé si fue en Corrientes. Pero estaban los amigos ahí. 

Comieron un cordero al calor del mediodía de sol. Adobado por Santos, el capataz de la estancia. Tiene 45 años pero acusa 70. 

Santos se levantó a las 4.30 para prender el fuego. A las 6 empezó a acomodar la cruz con la presa.

Los primeros invitados llegaron a las 9. Habían salido el día anterior y pararon a hacer noche en Chajarí. 

El resto llegó a las 11. Los trajo el Cessna 172 que aterrizó en la pista de pasto que prepararon en el cuadro que da atrás de la casa, a un kilómetro y medio de la ruta 14. 

Almorzaron opíparamente. Durmieron la siesta bajo la sombra de un gomero.

Cuando alguno dijo vamos, el resto insistió en pasar la noche allá. 

Acomodaron las habitaciones de la casa. A Don Arturo le dejaron la principal. 

“¿Hacemos un puchero?” 

“Yo lo cocino”

“Vamos a comprar una olla a Uruguaiana”.

“Yo los acompaño”, dijo el expresidente. 

En el viaje habló poco. 

A la vuelta estaba incómodo. 

“¿Nos dejarán pasar por la aduana sin declararla?”

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