sábado, 29 de agosto de 2020

Cuarentena Día 166

Todo es una mierda. 

Cada vez todos tenemos más paciencia. 

Todos gritan, todos lloran. Todos lloramos. 

¿Y el gobierno? bien, gracias. 

 Todo está hecho a retazos, roto. Las compras, la limpieza, la comida, dormir, trabajar. 

Chúpenme la pija y los dos huevos.

Ayer fui a cambiar el aceite. En el camino una gorda de campera azul me paró y me sacó el registro. 

A la noche escribí una carta de lectores a La Nación. 

Señor Director:

Los argentinos que intentamos cumplir con la cuarentena obligatoria no nos merecemos ser humillados por un gobierno que asegura cuidarnos.

Ayer por la tarde tenía turno para cambiar el aceite del auto en una estación de servicio que queda a 10 cuadras de mi casa. Un control de tránsito sobre la avenida Córdoba me detuvo y me pidió el permiso para circular y la documentación del vehículo.

Como no sabía que había que pedir permiso para ir a la estación de servicio de cercanía (al app Cuidar no especifica ese tipo de trámites) le mostré la documentación que acreditaba el turno en el centro de lubricación más proximo al lugar.

Nada de eso fue suficiente para la controladora; ni la evidencia ni la explicación ni la súplica. Con soberbia y sin empatía me retuvo la licencia de conducir.

Me esperan ahora más angustias, trámites, perdidas de tiempo y de dinero para poder volver a ser un conductor habilitado.

Lo que relato, creo, es una metáfora de cómo un Estado que dice cuidar a la gente nos da la espalda cuando necesitamos que nos pongan el hombro. Con distancia social, claro.

viernes, 21 de agosto de 2020

Guada cumple un año en cuarentena

Guada nació el 19 de agosto de 2019 y vivió 208 días sin cuarentena. El 10 de octubre, cuando muy probabablemente continúe este ridículo confinamiento será el break even. Guada pasará ese día a vivir más tiempo en cuarentena que sin ella

Guada, sin embargo, es feliz. Es la que más contenta está de estar todo el tiempo en casa y con nosotros. Come duerme, juega, ríe y llora. Y crece. 

La semana pasada volvimos a llevarla al pediatra. Es un poco petisa (percentil 48) y gordita (perecentil 90). Yo le digo Bodoque, como en La era del hielo.

Cuando se levanta de sus siestas -algunas largas y otras cortas- aparecen sus cachetes colorados. 

Hace unos días empezó a caminar. Y también a decir cosas. 

Los chicos juegan con ella, a veces. Y ella juega con ellos. 

Ayer festejamos su cumple como ella se merecía. Llenamos la casa de globos, invitamos a los abuelos, comimos asado y torta, le dimos regalos.

Viva la vida!


lunes, 17 de agosto de 2020

Cuarentena Día 154

Cuando la acuesto a Guada ya no le canto la Canción de tomar el té de ME Walsh. Me hartó. Al principio de la cuarentena lo hice metódicamente. Me aprendí de memoria el orden y el contenido de los 8 versos. 

A pesar de haberla escuchado y cantado una y mil veces, nunca había podido hasta entonces aprenderme la letra de esa monótona melodía. 

Sabia, claro, que las estrofas terminaban todas en “yo no sé por qué”. Que el primer verso era “estamos invitados...” y el segundo era “la leche tiene frío...”.

Después sabía lo de los coladores (la parte preferida de Joaqui) y que estaba lo del plato timorato. También que la manteca retó en inglés a la miel. Lo de la nariz en la taza lo tenia de algún lado. 

Casi siempre me olvidaba lo del coronel y lo del azúcar.

Me imprimí una hoja con la letra y la pegué en la cuna.

Canté y canté hasta que conseguí aprenderme el orden de los versos. Un día lo conseguí. 

A partir de ahí todo fue en declive. Enrojece a cantar sin ganas, a saltearme estrofas o a inventar o mezclar frases. A veces, para no aburrirme empezaba a cantarla por la midad. Por ejemplo, empezaba en el verso 4 (“Detrás de la tostada...”) y terminaba en el 3 (“Cuidado cuando beban).

Hace ya un mes que no la cantaba. Hoy lo volví a hacer 

...,

Pasó mi cumpleaños, el día del padre y y llegó la tercera fecha guardados: Día del niño. Decidimos este año malcriarlos un pcoo más que lo habitual con los regalos. A Pedro le tocaron unos parlantes y una pelota. A Joaqui una LOL y un caballito de peluche que llamó “Relincho”. A Guada unos juguetes Fisher Price. 

lunes, 10 de agosto de 2020

Guada dijo papa

Antes de apenas empezar a hacer el ritual post salida (dejar la bolsa, sacarse los zapatos, lavarse las manos) Guada me vio entrar y dijo "papa". No importa si quiso decir Papá, era por el Sumo Pontífice o por un tubérculo comestible. 

Todos los que estábamos ahí la escuchamos.

Se refería a mí. 

Apenas un día después de tirar sus primeros pasos, Guada hizo su primera sinapsis entre verbalización y contexto. 

domingo, 9 de agosto de 2020

Cuarentena Día 147

Guada camina. 

Ayer tiró sus primeros pasos mientras Agus y yo discutíamos. 

Joaqui escribe cuentos. Tiene introducción, nudo, descenlace, personajes, plot points e ilustraciones. Se los manda por Whatsapp a María para que se los lea a Pipo.

Pedro conoce todos los atajos del teclado de la computadora. Ve tutoriales de YouTube y edita videos con música, transiciones y títulos.

Estamos creciendo.

Una buena experiencia con el @Santander_Ar

Como la noticia que es el hombre que muerde al perro y no al revés, o sea, lo habitual, lo más común es tener malas experiencias con el banco. 

Esta vez fue buena.

El viernes fui a sacar plata al cajero. Hacía mucho tiempo que no sacaba plata con la tarjeta de débito de un ATM. Puse mal la clave 1, 2, 3, 4 veces y se bloqueó la tarjeta. Además de enojarme mucho conmigo me enojé con el banco. Que te pide siempre mil claves, que la cambies cada 10 minutos y que tienen que ser diferentes. Lo cierto es que por la cuarentena olvidé cuál era la clave que va para el cajero automático, o al menos no era la que yo recordaba.

Volví a casa, resignado, enojado y sin plata. 

A la noche, vía home banking (esa clave sí que me la acuerdo) hice el trámite para pedir un turno para que un oficial de cuentas me blanquee la clave. Gestioné un turno para ir a la sucursal del banco más cerca de casa el martes que viene a las 14, el primer horario disponible.

Ayer a la tarde me llegó una notificación, un push up, al teléfono. Me avisaba que podía blaquear la clave desde la app. El sistema sabía que mi tarjeta estaba bloqueada y me ofrecía hacerlo online. 

Genial. 

Desde la cama, en 5 minutos, completé el trámite, que eran dos pasos simples.

Lo único que faltaba era ir a un cajero automático en las próximas 24 horas e ingresar una clave nueva para asociar a la tarjeta.

En otras circunstancias podría haber estado un mes sin tarjeta de débito o tener que resignarme al tedio de ir al banco. 

Ayer sentí que el banco me tiró un salvavidas.