domingo, 27 de abril de 2014

Diarios de bicicleta unmigone


Los enemigos:
Autos
Motos
Colectivos
Los peatones (antes de cruzar la calle miran si vienen autos, no bicis igual de peligrosas)
Los colegas (ciclistas que se creen que esán corriendo en la etapa de montaña del Tour de France)
La ciudad (la basura y los vidrios, responsables de dos pinchaduras en tres semanas de uso moderado)

jueves, 24 de abril de 2014

Che Sofovich, contame: ¿Te pasan las preguntas de Los 8 escalones antes del programa?

Tengo conocimientos moderados sobre cómo funciona la cocina de la producción de los programas de televisión. Hasta hace un tiempo hubiera dicho que no tenía sentido pasarle de antemano las preguntas al viejo lobo de mar aka Gerardo. Qué la gracia del juego es que sea natural espontáneo y no ahorrarse el módico premio de $50000 en el mejor de los casos para el cual hay que batallar y mucho.
Pero cambié mi parecer el otro día.
Pasan las preguntas y Sofovich no erra. Tiene, claro, la ventaja de contestar después del participante, con lo puesto. Sólo falla cuando tiene que responder un tema muy frívolo para él (tipo las frases del estribillo de Danza Koduro, de Don Omar). Pero eso es parte del show. El sabio, el erudito, el que sabe todo lo que hay que saber, el que estuvo con todos, viajó por todos lados, conoció a todos los presidentes, boxeadores, el que pasa Año Nuevo con Jimmy Page.
Todo bien, hasta que responde mal una pregunta relativamente contestable sobre la Ley Saenz Peña.
Dale, Gerardo. Contame la verdad. No se lo digo a nadie, te prometo.

viernes, 11 de abril de 2014

Abbey Road, para el otro lado


Un domingo lluvioso, hace un año y medio y muy temprano a la mañana, crucé por la senda peatonal de Abbey Road, casi esquina Groove End Road. Esa excursión no formaba parte de mi derrotero londinense, pero tuve que improvisar. Había llegado muy temprano al centro para hacer algunas compras y las tiendas de Regent Street no abrían sino hasta las 11 (rookie mistake).
La idea de ir a ver una esquina con mucha gente sacándose fotos mientras cruzaba y algún automovilista nervioso suplicando que se apuren para hacer la toma no me divertía mucho. En realidad, sí me divertía un poco, pero al tratarse de un muy retirado del Centro, la ecuación costo-beneficiono no me resultaba rentable. Ahora, frente a este nuevo escenario en el cual no tenía nada que hacer durante las próximas tres horas, la situación era diferente. Así que agarré wifi, configuré Maps, me até los cordones y puse marcha rumbo norte.
Primera sorpresa: Baker Street (me suena). Elemental, la casa de Sherlock Holmes. Debe haber algo allí. 200, 210, pum! 221b. The Sherlock Holmes Museum. Poca gente. Vuelta por el gift shop, encaro para la casa "Sir, do you have the ticket?". Ah, ¿hay que pagar? Mejor no. Sigo un rato, por acá tiene que estar el parque... listo: Regent's Park. Entro y salgo en 25 minutos de ese parque circular muy lindo y desemboco en una avenida. Un par de vueltas más por las serpentinadas calles de London y encuentro Groove End, que desemboca en el comienzo de Abbey Road. ¡Llegué!
Como era presumible, no había mucho para ver. Apenas unas casas residenciales, la senda peatonal en cuestión y los Studios. Ni siquiera había muchos turistas intentando emular la portada del disco homónimo. Apenas un grupo de chinos. Tenía que hacer algo ya que había caminado hasta allí. Junté fuerzas y le pedí a un chinito que me sacara una foto (para que me diga que sí le ofrecí tomarle una a él y me dijo, "nah, dejá"; pero la foto la sacó) Sentí alivio de haber podido al menos retratar ese momento.
Pero el confort se convirtió en desilusión creciente con el tiempo. Primero, porque crucé la calle al revés, de derecha a izquierda. Segundo porque la calidad de la imagen es malísima (¡el chinito la sacó movida!). En fin, me verás volver, Abbey Road.
El otro día, cuando leí este artículo de The Guardian sobre las tapas de los álbumes clásicos en Google Street View me acordé de esa mañana de domingo de noviembre de 2012.

viernes, 4 de abril de 2014

Dale @Quilmes_Cerveza, dejame de joder


Por las dudas
Teto Medina
Comercial del 86
A ver si volvemos a encontrarnos con la gloria

El comercial que Quilmes puso al aire esta semana vuelve a tomar el tema de las cábalas para repetir el 86. Muy mal. Primero porque las cábalas (costumbres, diría Bilardo) no funcionan (peor aún, lean los comentarios: yeta, mufa dicen que son). Segundo -y más importante aún- porque ese recurso de llamar a repetir la historia del 86 ya se uso mucho, mucho, muchíiisimo hace cuatro años: Maradona, Bilardo, Messi (el mejor del mundo), Corea del Sur en el grupo, la clasificación por la ventana, el Oscar a las pelis argentinas, todo lo que se pudo se buscó para trazar una coincidencia entre 1986 y 2010. Las publicidades lo usaron también. Y nos chocamos la cabeza contra la pared, o mejor dicho, contra los alemanes, sus cabezas y su muro. Hasta incluso, un año después, en 2011 y para la Copa América, Tarjeta Naranja usó ese recurso a la inversa y sacó este comercial de las no-coincidencias que todavía hoy me parece muy gracioso:


Quilmes dice que con esta repauta del comercial de hace 28 años "comienza" su campaña (hay más!). Bueno, era innecesario traer este tema del 86 nuevamente. Me parece. Espero que lo que venga sea mejor y, por más de que se complemente, me parece que no vale la pena resucitar un comercial viejo ni, mucho menos, volver a hablar de las cábalas para anclar la idea de "hacer historia".

jueves, 3 de abril de 2014

Chau Barney, gracias


Hace un año y medio, en un asado familiar, paré mi oído para escuchar la conversación del otro extremo de la mesa. Entre palabras sueltas y risas oía una que se repetía: Barney.
Barney... jajajaj... barney barney barney ... jjjejejejej
Me acerqué para preguntar de qué serie estaban hablando y me dieron la respuesta: How I Met Your Mother.
-¿De qué se trata?, fue la segunda pregunta.
-Es como Friends, un grupo de amigos que se junta en un bar, en New York, pero actual, más moderno.
-Me gusta, ¿son 6 personajes también?
-No, son 5.
-¿Y por qué se llama How I Met Your Mother?
-Porque hay uno que le cuenta a sus hijos en el futuro cómo conoció a su madre.
-¿Ese es Barney?
-No
-¿Y la madre es una de ellas?
-No, la madre todavía no apareció.
Fin de la cita. A partir de ese día, nuestra vida nocturna fue una maratón enferma sólo interrumpida cuando, 184 episodios más tarde, no quedaba nada más por ver.
Conocimos al insoportable, perseverante y estoico Ted, a Marshall y Lilly, a Robin (maldita perra) y, claro, a Barney. Sólo pasaron algunos minutos para darnos cuenta de que la serie se trataba de Barney no de Ted como los productores hubieran querido que fuera. Y para alguien que curtió Friends durante tanto tiempo y que volvió a ver tantas veces después ("somos fanáticos", confesé en los albores de este blog) eso era mucho. Además, a diferencia del gang que se juntaba en Central Perk, los de MacLaren's son contemporáneos a mí: en vez de escuchar Hootie and the Blowfish, los personajes son fanáticos de Nirvana y Nine Inch Nails, Neil Young, The Shins, usan smartphones en vez de teléfonos inalámbricos en donde se pasan mensajes y no usan la remera adentro del jean, por citar algunos chichés de los 90s vs. los 2000s.
Mi corazón guarda sus mejores momentos, situaciones indelebles y diálogos memorizados de Friends, though.
El martes a la noche, esa travesía por el mundo HIMYM llegó a su fin. Ya hace rato que nos habíamos enterado de quién era la mother, aunque ayer conocimos su nombre y sus iniciales TM, las mismas que las de Ted Mosby. Pero lo que todos esperábamos ver y finalmente supimos fue lo que pasó entre el 2014 y el 2030, cuando el Ted del futuro le cuenta a sus hijos cómo conoció a su madre (y algunas otras cosas más). Y la sensación fue un poco rara. Por un lado, está bien que se haya cerrado el círculo con el que había empezado para que la serie vuelva a ser de Ted (y de Robín, eventualmente). Pero la historia de Barney, que tanto le dio quedó a la sitcom, quedó boyando en el medio de tanta abrumadora información. Y me quedó la sensación de que Barney se merecía más, después de tanto.
Gracias Barney, por todo.