jueves, 27 de octubre de 2016

¿Quién escribe los cánticos de la cancha?

Cinco años después de que haya escrito este post
http://unmigone.blogspot.com.ar/2011/03/desnudando-los-canticos-de-cancha.html
y me haya preguntado quién los escribía y de dónde sacaban las ideas y cómo las promocionaban, acá la respuesta:
http://www.clarin.com/sociedad/Verdaderos-poetas-tablon-canciones-cancha_0_1675632437.html
Tarda en llegar y al final hay recompensa.
salud!

martes, 25 de octubre de 2016

unmigone Goes Miami: Shampoolifter

No sin mucha vergüenza, confieso que me gusta traerme todos los shampoos que pueda de los hoteles. En principio, los que están en la habitación. Siempre trato de racionar al mínimo el uso y retirarlos rápido para que, de ser posible los reemplacen incluso más de uno por día. Con eso, tenemos en casa un stock de reserva para cuando el Pantene se acaba y la visita a Farmacity se dilata.
Pero este año fui un poco más allá y, con más vergüenza aún, debo contar que en este viaje asalté el carro de las mucamas cada vez que pude. O sea, cada vez que lo vi solo y desprotegido. Pasaba, agarrraba dos o tres (o cuatro o cinco) mini shampoos y me los guardaba sin que nadie me viera, o al menos, sin que nadie me atrapara.
En el primer hotel cometí el error (de novato) de ponerme nervioso y agarrar acondicinador. Malísimo. La crema de enjuague no sirve. En el segundo hotel, entonces, fui un poco más preparado. Los shampoos son rojos, los acondicionadores son naranjas. ¡Concéntrate unmigone! Así que en cuanto pude fui, tomé los rojos y seguí caminando.
En el tercer hotel tuve la experiencia más cercana a ser atrapado in fraganti. Estuve dando vueltas por el pasillo unos tres minutos esperando que el carro quede desprotegido. Las mucamas no lo abandonaban. Y me veían dando vueltas. Finalmente se metieron en la habitación. Eran dos. Fui, agarré cinco shampoos y me los metí como pude en el bolsillo del pantalón. Apuré el paso hacia el ascensor. Cuando llegaba al final escuché que una me empezaba a hablar.
-Excuse me Sir?
(seguí caminando; me temblaban las piernas)
-Sir? (más fuerte)
Bueno, acá se terminó mi aventura, tengo que enfrentar la humillación de ser atrapado. Cómo le explico a esto a mi familia y otras cosas más se me cruzaron por la cabeza.
Me di vuelta, derrotado.
-Yes?
-Which room are you in?
-703
-Are you leaving?
-Not now, in one hour.
-Ok, thank you.
Zafé.
Pero después me di cuenta de que las cámaras de seguridad en los pasillos registran todo. Y mucho más tarde también me di cuenta de que la práctica no es orignal, nueva ni propia de los hoteles medio pelo, tal cual se relata en un momento de la película Maid in Manhattan, con Jennifer Lopez.

lunes, 17 de octubre de 2016

Joaquina, 3 años

Un castillo de Little People que ocupó media valija.
Una torta de Frozen.
Una visita a la oficina de Papá.
Un almuerzo en Dogg.
Un festejo en el Recoleta Mall.
Un vestido que se puso sin quejarse.
Un  asado en lo de los abuelos.
Un festejo de cuatro días que puso celoso a su hermano.

Eso y mucho más fue el cumple de nuestro bebé más pequeño. Recordando aquel día.

martes, 11 de octubre de 2016

unmigone Goes Miami: Matthew

Llegué a Miami un lunes a la mañana. Desde el domingo ya se hablaba que el jueves llegaba Matthew. Al principio como un chiste, después como una preocupación real. El lunes a la noche hubo una tormenta tropical, de esas que inundan la calle en 15 minutos. Tormenta eléctrica. Al otro día, todo seco.
La tele era el motor psicótico que alimentaba la nuerosis. Todo lo que  salía de los noticieros eran gráficos, infografías y videos del paso del huracán por Haití primero y Cuba después. De pronto, el Gobernador diciendo que va a morir gente. Las clases se suspenden. Los trabajos también. Todos los lugares anuncian que estarán cerrados el jueves. La gente corre al supermercado. Todos hablan sobre qué van a hacer. Algunos se ponen más nerviosos que otros. Los otros intentan tranquilizarlos avisando que es algo muy normal. Todos recuerdan a Andrew, ese mounstro que hace más de 20 años pasó por la ciudad y se llevó puesto todo lo que pudo.
Llega el jueves. Llueve. Tormenta, un poco de viento. Nada grave. Nos refugiamos en el hotel "el lugar más seguro para estar", nos comentan. Hay poca gente, mandaron a casi todo el personal a sus casas con su familias. En el noticiero, en todos los noticieros, la imagen es la misma. Un tipo con paraguas y rompevientos transmitiendo en vivo desde la playa. Pasa el tiempo y Matthew no llega. Seguimos en el hotel. No se corta la luz. Pero no hay nada para hacer. O casi nada. A la tarde los periodistas trabajan, porque todos en Buenos Aires de repente se preocupan.
En la calle hay poca lluvia y menos viento.
A las 5 de la tarde, el Alcalde avisa que el Huracán va a pasar a ¡500 millas! de la costa del condado.
Todo vuelve lentamente a la normalidad.
Pasó Matthew, pero pasó lejos.