lunes, 23 de mayo de 2016

Christian Rossi salva la imagen de RSA, por un pelito

Julio 2013: Dar de baja el seguro del auto por venta de vehículo en RSA. Primera sorpresa: se puede hacer el trámite por teléfono sin mayores obstáculos. Segunda sorpresa: queda a favor mío un saldo de $84,97 (digamos, unos 150 pesos de ahora).
¿Qué hacer? ¿Dejarlos pasar y regalarlos o pasar a buscarlos por el lugar, que queda a pasitos de mi trabajo?
Elijo la segunda opción, casi como si se tratara de un experimento de laboratorio para comprobar la hipótesis de que las empresas hacen todo lo que pueden para que uno desista y no cobre la plata que le deben, a más no sean unos míseros $84,97 pero a la vez descuidan su imagen. ¿Quién va a quedar contento con la empresa después de que lo hizo arrastrarse por una miseria y lo peloteó por todo un edificio durante una o dos tardes hasta que, con suerte, le entregó la plata. ¿Contrataría usted en otra oportunidad un seguro que lo humillo para devolverle lo que le corresponde? ¿Es negocio para RSA boludear a un cliente para ahorrarse tan poca plata a riesgo de que ese cliente no contrate sus servicios nunca más en su vida?
Agosto 2013: Primer intento: ir a la sede de RSA sobre la avenida Córdoba a reclamar mi capital. Anunciarse, subir al piso 5, o 4, no recuerdo. Ir a las cajas. El cheque no está. Me mandan a otro piso para consultar. ¿Me voy? No, espero. Saco número. Espero. Espero más. 20, 30 minutos. ¿Cuánto tiempo más me voy a arrastrar por $84,97? Me llaman. Paso y me siento en el escritorio de Christian Rossi. Le comento la situación, algo desilusionado. Me escucha. Revisa algo en su computadora y me explica amablemente que el cheque no está todavía porque tienen que pasar 10 días. Que seguramente la semana próxima esté listo y que vaya directo a las cajas a buscarlo. Me levanto y me voy tranquilo.
Dejo pasar exageradamente no 10 sino 50 días y vuelvo a RSA en septiembre de 2013.
Septiembre 2013: Segundo intento: ir a la sede de RSA sobre la avenida Córdoba a reclamar mi capital. Anunciarse, subir al piso 5, o 4, no recuerdo. Ir a las cajas. El cheque no está. Me mandan a otro piso para consultar. ¿Me voy? No, espero. Saco número. Espero. Espero más. 20, 30 minutos. Esta vez son casi 40 minutos. ¿Cuánto tiempo más me voy a arrastrar por $84,97? Me estoy por ir. Me llaman. Paso y me siento en el escritorio de Christian Rossi. Le comento la situación, esta vez mucho más caliente. "Yo estuve acá hace como dos meses y me atendiste vos", arranco diciendo. Después, explico la situación, sin mucha paciencia. Me mira atento, me escucha, asiente con la cabeza y revisa su computadora. Después hace una llamada. "Aha, aha, aha, Aha". Corta el teléfono y me explica que como era muy poca plata el cheque no estaba porque me tenían que dar el dinero en efectivo. Me da un papel y bajo a la caja de nuevo. Cobro y me voy. Más tranquilo y con $84,97 en el bolsillo. Y con un poco de mejor imagen de RSA. Ya no me parecen ser los estafadores seriales que tienen un plan maestro a través del cual la base de su fortuna es robarle a miles de clientes pequeñas sumas de dinero.


Abril 2016: Cancelo el seguro del auto, ese que había dado de alta en julio de 2013, y vuelvo a sacar uno en RSA.

(este post tardó tres años en escribirse. Y acá seguimos estando.)