sábado, 11 de abril de 2020

Cuarentena Día 26

Le robé el diario a la vecina de al lado. Para peor, le robé el diario y no lo leí. La vecina me parece que no está, se fue a pasar la cuarentena a lo de su novio, o a lo de algún pariente. Los diarios se acumulan en la puerta y yo le saqué el diario del sábado el domingo a la noche para leerlo. Cuando vi que nada de lo que venía adentro me interesaba lo dejé al lado del tacho de basura, armado para tirar.
En realidad cuento esto porque lo que viene ahora me da mucho más vergüenza que robarle el diario a la vecina. De hecho, espero que esto no lo lea nadie, menos Agus, quien me mataría de enterarse.
Ahí va: también me robé comida del supermercado. Todo pasó durante la cuarentena.
Primero me robé una palta. Pasé por la caja de autoservicio de Disco y marqué una palta en vez de dos. Hay que marcarlas a mano con un papel plastificado. Marqué una, llevé dos. Lo hice primero porque me daba bronca el precio de las paltas, 69 pesos cada una, pero sabía que estaba mal. Nadie me revisó.
Después volví otro día y me llevé unas presas de pollo que no se marcaban porque el código de barras estaba mojado. Ahí escuché que el supervisor le dijo al guardia de seguridad "Revisá a ese" "¿A este?" La requisa fue muy leve, solo se fijó así nomás cuántos productos había.
Lejos de amedrentarme la maniobra una o dos veces más, ya no me acuerdo con qué.
Ahora, en plena Pascua de reflexión, me siento mal, obvio. ¿Qué tengo que hacer? ¿Ir a Disco y pagarle al señor Cencosud una palta overpriced? El ejemplo es pésimo, pero me sigue dando bronca todo. Las cuentas se acumulan y la comida, bueno, hay que comprarla. Como católico culposo no me siento para nada bien con esto.
Voy a devovlerle el diario a la vecina.

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