Papá Noel había pasado por la casa y había dejado muchos regalos. Pedro corrió a buscar sus regalos y los abrió todos lo más rápido que pudo. Había una bata de Pepe, un piano de juguete, una mesa de trabajo con muchas herramientas, unas ojotas y algún que otro regalo menor. Pero no estaba el triciclo.
Sin embargo, sus papás le dijeron que no se preocupe, que Papá Noel a veces no daba abasto con todos los regalos que tenía que repartir esa noche y terminaba de repartir los regalos recién a la tarde del día siguiente. Así que Pedro se fue a dormir tranquilo.
A la mañana siguiente ya era Navidad y seguía haciendo mucho calor. Pedro se levantó y antes de meterse en la pileta fue a la casita de Ababo. Con mucha sorpresa, descubrió que en la casita había un paquete muy grande. Lo abrió lo más rápido que pudo y era ¡un triciclo! Con la ayuda de su Papá y de Tito también y con las herramientas que venían adentro de la caja armaron el triciclo.
Salieron a la calle a probarlo, pero Pedro se dio cuenta de que en realidad él no sabía andar en triciclo. Probó y probó y no se movía. Hasta que se acordó de una canción que había escuchado en el DVD del mono Bubba que decía “pedaleo, pedaleo, pedaleo sin parar” y se le ocurrió mover primero un pie y enseguida el otro. El triciclo se movió un poquito. Lo volvió a intentar repitiendo la acción una y otra vez y descubrió que avanzaba cada vez más. Primero un metro, después 2, después 5 y después 10. Y así aprendió a andar en triciclo. Y cada vez que tenía que ir a algún lado, iba en triciclo muy feliz.
Y colorín colorado, el cuento de Pedro y el triciclo se ha terminado.
1 comentario:
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