miércoles, 27 de octubre de 2010

"Hola, se murió Kirchner, Néstor"

Apenas pasadas las 10 de la mañana Cecilia Fernández, DNI 33 millones y pico, había ingresado en nuestra vivienda (nunca mejor usada la palabra “vivienda”) para completar el formulario B correspondiente al Censo del Bicentenario. Unos minutos antes acabábamos de terminar de desayunar y, sin saber a qué hora tocarían nuestra puerta, decidí prepararme (cambiarme) rápido para estar listo para el caso de que el deber cívico llamara enseguida y no a las 5 de la tarde como pensé que sería. La desconfianza partió de una intuición errada porque cuando todavía me estaba atando los cordones sonó el timbre.
Amablemente hice pasar a Cecilia para responder sentados las preguntas de mi cuarto censo (ventajas de los nacidos en el 80: a los 30 años ya cargamos con cuatro censos encima: 1980 [a mis 4 o 5 meses]; 1991 [a mis 11 años]; 2001 [21 años]; y éste [30]). Tenía pensados uno o dos chistes de ocasión y los hice. Por ejemplo, cuando preguntó si teníamos heladera y computadora yo le increpé: “si digo que no tenemos heladera por más de que esté la heladera atrás tuyo, ¿vos tenés que poner que no?”. Al respecto, la censista ni acusó recibo del comentario y se limitó a poner SÍ y seguir completando la información.
Pensaba en Pedro, que estaba desayunando (mamando) en la habitación de al lado, con la puerta entornada y la televisión baja. Este sería también su primer censo. Ventajas también de haber nacido en un año redondo. Cuando tenga 30 habrá completado también la misma cantidad de censos que el padre a su edad. Pensaba también en si valía la pena una entrada para contar eso acá, el censo en la Web 2.0. Pensaba en arriesgar un número sobre el total de los argentinos. ¿Cuántos somos antes de que salga el dato oficial? Acá va uno sin mucho pensar: 40.381.538.
Pensaba en muchas cosas pero no pensaba en eso. Nadie, me parece, podría estar pensando en eso.
Así, a mitad de camino, entre una página del formulario y otra, se asomó Agus con Pedro en brazos. “Hola, se murió Kirchner, Néstor”, fue la frase que usó para contarnos la noticia y que no olvidaré. En AM, magazine matutino de Telefé, Leo Montero ya había cortado el clima festivo con una motosierra, pedido un corte y a la vuelta confirmado la información. Y esa fue la primera fuente a través de la cual nos enteramos del deceso.
“Guau”, fue la primera palabra que salió de mi boca. Fue un guau de sorpresa, raro; de sorpresa, conmoción. A mi lado seguía sentada la censista. Murmuramos algunos comentarios, terminamos de contestar el formulario y despedí a Cecilia.
Me acordé de un mediodía de diciembre de 2001. Yo cumplía una pasantía en una agencia, mi primera experiencia laboral en Comunicación. La agencia festejaba con clientes su relanzamiento y cambio de nombre en Teatriz, un restaurant de la calle Riobamba. Unas mesas más atrás de donde estábamos sentados nosotros se llevaba a cabo otra reunión. Me hubiera gustado escuchar los temas que se trataron en ese almuerzo. El más famoso de los comensales era Rodolfo Terragno, por entonces ex ministro del entonces casi acabado gobierno de De la Rúa. Estaba también Miguel Bonasso, periodista (recuerdo su traje verde súperarrugado), dos personas más y un matrimonio del cuál ese día sólo reconocíamos la cara de la mujer, una senadora que salía en los programas de política criticando al Gobierno: era Cristina. Su marido, apenas identificado por nosotros, estaba también allí. Algunos meses más tarde, Néstor se convirtió en presidente. Si la memoria no me falla llegó con el 22 por ciento de los votos, post-bajada del ballotage de Carlo’.
Mi pasantía terminó abruptamente el 31 de diciembre de 2001. El país siguió, de alguna manera u otra, adelante. Nuestras vidas, la de Néstor y la mía, también continuaron sus caminos. Hoy, 9 años después, las vuelvo a juntar en una anécdota, la que se me cruzó por la cabeza cuando escuché la noticia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No me produce felicidad la muerte de Nestor.
Al menos no como a mi papá que está con cara de primavera.
Paz, amor, y celebremos las buenas ideas vengan de quien vengan.
Muerto el rey, viva el rey!
to+