lunes, 17 de agosto de 2020

Cuarentena Día 154

Cuando la acuesto a Guada ya no le canto la Canción de tomar el té de ME Walsh. Me hartó. Al principio de la cuarentena lo hice metódicamente. Me aprendí de memoria el orden y el contenido de los 8 versos. 

A pesar de haberla escuchado y cantado una y mil veces, nunca había podido hasta entonces aprenderme la letra de esa monótona melodía. 

Sabia, claro, que las estrofas terminaban todas en “yo no sé por qué”. Que el primer verso era “estamos invitados...” y el segundo era “la leche tiene frío...”.

Después sabía lo de los coladores (la parte preferida de Joaqui) y que estaba lo del plato timorato. También que la manteca retó en inglés a la miel. Lo de la nariz en la taza lo tenia de algún lado. 

Casi siempre me olvidaba lo del coronel y lo del azúcar.

Me imprimí una hoja con la letra y la pegué en la cuna.

Canté y canté hasta que conseguí aprenderme el orden de los versos. Un día lo conseguí. 

A partir de ahí todo fue en declive. Enrojece a cantar sin ganas, a saltearme estrofas o a inventar o mezclar frases. A veces, para no aburrirme empezaba a cantarla por la midad. Por ejemplo, empezaba en el verso 4 (“Detrás de la tostada...”) y terminaba en el 3 (“Cuidado cuando beban).

Hace ya un mes que no la cantaba. Hoy lo volví a hacer 

...,

Pasó mi cumpleaños, el día del padre y y llegó la tercera fecha guardados: Día del niño. Decidimos este año malcriarlos un pcoo más que lo habitual con los regalos. A Pedro le tocaron unos parlantes y una pelota. A Joaqui una LOL y un caballito de peluche que llamó “Relincho”. A Guada unos juguetes Fisher Price. 

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