jueves, 17 de octubre de 2013

Un domingo (no) cualquiera


Querida Joaquina:
Cuando nació tu hermano Pedro, hace tres años, escribí ésto. Éramos más jóvenes y no teníamos experiencia en el asunto de traer bebés a este mundo. Todo nos llamaba la atención, no conocíamos ese universo. Ahora, más grandes, volvimos a pisar un sanatorio para recibirte a vos y nos volvimos a sorprender pese a que ya habíamos pasado por esa situación.
Quería contarte algunas cosas de lo que pasó ese domingo 13 de octubre de 2013 para que lo leas, si querés, cuando seas más grande.
¿Sabías que Pedro nació el mismo día que un tenista que se llama Juan Martín Del Potro? El 23 de septiembre. Bueno, el día que vos naciste ese señor estaba jugando la final de un torneo en China. Cuando llegamos al sanatorio, a las 7.20 de la mañana, la televisión de la guardia estaba prendida en el canal en donde mostraban cómo Delpo se medía a suerte y verdad ante Djocovich. Luchaba muy duro para mantenerse con vida en el tercer set. Un parto, le dicen a eso. Pero mientras tanto, Mamá estaba participando de un verdadero parto.
Del Potro es un vínculo, extraño pero cercano, entre el nacimiento de Pedro y el tuyo pero no es el único. Los dos nacieron en el IADT, un lugar que quedaba a la vuelta de la casa donde vivíamos cuando vos llegaste. Y también ustedes dos decidieron que la semana 38 y media de gestación era el momento oportuno para conocernos. Mamá se levantó a las 3.30 de la madrugada de ese domingo y un rato después me avisó que estaba teniendo dolores, contracciones las llaman. Empezamos a contar la frecuencia e intensidad de ellas, para ver si la cuestión era seria (y lo era). Y cuando pasó un rato más llamamos a Mónica, la partera.
Te comenté que llegamos al sanatorio a las 7.20, hora en la cual Mónica nos había citado. Bueno, ella llegó 15 minutos después, tiempo que para nosotros pareció ser 15 meses. Mamá tenía mucho dolor y yo estaba muy nervioso. Todos queríamos que las cosas salieran bien. Finalmente apareció la partera y directo al tercer piso, a cambiarse y meterse en un lugar muy feo y lleno de instrumentos quirúrgicos: la sala de parto.
Generalmente, los partos no son como se muestran en las películas: mujeres a los gritos, despesperadas, a los golpes y empleando lenguaje soez. Bueno, este sí tuvo un poco de eso, aunque no voy a entrar en detalles. Es que un tal Mario, anestesista él, se tomó su tiempo para llegar y cuando finalmente apareció lo hizo con un andar cansino y muy displicente, cosa que a Mamá le molestó mucho. Recién le pusieron la anestesia (la “peri”, le dicen) 10 minutos antes de que vos nacieras.
A las 8.52 fue.
Y todo muy bien. Mamá hizo un muy buen trabajo y vos, sobre todo, también. El resto de los que estábamos ahí prácticamente nos limitamos a ver.
Los bebés, ya te vas a dar cuenta, no nacen muy limpios, pero eso no importa. Tanto amor y felicidad elevan el umbral del asco muy arriba. Te tuvimos en brazos unos minutos y después te llevaron a un cuartito para hacerte los primeros estudios neonatales. Me dejaron entrar así que pude ver cómo te daban vitaminas, cómo te medían la cabeza, el cuerpo (48cm), te pesaban (3,490kg), cómo te tomaban las huellas y cómo te ponían tu primer pañal y tu primera ropa.
Y ahí, envuelta en una mantita, de nuevo con Mamá un ratito más.
Después nos mandaron a la habitación (4120) y más tarde te trajeron con nosotros. Faltaba que te conocieran el resto de las personas que más te quieren, empezando por Pedro, que en ese momento acababa de cumplir 3 años. El encuentro se produjo con mucho amor. Él quería que vos vinieras, estaba tan ansioso como nosotros y tenía grandes planes de juego juntos. Todos aprendimos de la mano a conocerte, a descubrirte y estuvimos muy contentos de compartir esos primeros momentos de tu vida con vos. Estábamos un poco cansados, aunque no tanto como vos, que habías hecho el mayor esfuerzo. Pero, claro, felices.
Obvio.
Y unos días después, mientras escribía estos párrafos y veía que dormías encima del regazo de Mamá, en posición de ranita, tapada por tu mantita de flores. Las dos juntas. ¿Qué me quedaba por escribir después de esto? No sé. Se me vino a la mente lo que iba a venir. A ver, es decir, los días que vendrían. También lo que quisiera decirles a vos y a Pedro, las cosas que quisiera enseñarles.
 Pero eso, Joaquina, será tema para otro post.
Adelante con la vida.
Te quiero mucho,
Papá

4 comentarios:

Unknown dijo...

Me hiciste emocionar Unguiiiiiiii!!! Que lindo!! un beso a los 4, son una familia divina!! los quierooo!!

Unknown dijo...

Soy Maggie C!!!

PATO dijo...

Grande Luis! Te felicito!!!

Pato Rattagan

Ana dijo...

¡Felicitaciones!Un beso.
Divinas palabras, emocionan.
Ana