Chicos, hace mucho tiempo, cuando los boletos de colectivo eran de colores, la gente juntaba esos simpáticos papelitos. Forraba carpetas con ellos, los acumulaba abajo del vidrio del escritorio y no sé qué otras cosas más. Y, decía la creencia, si el número del boleto era capicúa, podíamos viajar gratis la próxima vez que subíamos a ese mundo de 20 asientos. La gente siempre revisaba los boletos del colectivo. Hoy, con la SUBE, ni siquiera te dan boleto para viajar.
Yo nunca me animé a encarar al chofer con un capicúa, pero me parece que era verso. El otro día, después de mucho tiempo, revisé el boleto. Era un capicúa irregular, con ceros adelante y sólo cuatro dígitos, pero capicúa al fin.
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