domingo, 26 de septiembre de 2010

Hola, pequeño ser


El taxista, un hombre amable de unos 60 años, estaba muy comprometido con la causa. Por un momento –creo– se le cruzó por la cabeza la idea de que Pedro podría nacer en su auto y que sería nota de color en todos los noticieros de la tarde. No le molestó para nada que lo paráramos para hacer un viaje muy corto, de no más de cuatro cuadras. Desde el momento en que vio la panza no paró de hablar ni de hacer preguntas: ¿Cómo se va a llamar? ¿y de qué cuadro va a ser? ¿es el primero? ¿querés que saque la mano y empiece a tocar bocina para llegar más rápido? ¿ya está por nacer?
A esa última inquietud contestamos los dos a la misma vez con un enfático “no creo”. Faltaban 12 días para la FPP (fecha probable de parto) y teníamos una agenda muy cargada para estas jornadas previas: trámites, casamientos, cumpleaños, más trámites. No estaba en nuestras cabezas la idea de que el parto pudiera adelantarse; ni el bolso habíamos preparado. Pedro, en cambio, tenía otros planes.
“Vamos Peter todavía”, gritaba el tachero mientras estacionaba sobre la dársena de la Clínica y Maternidad Suizo Argentina el jueves pasado a las 10 de la mañana. Pedro no nacería allí, pero el equipo de parteras estaba trabajando en ese lugar durante la mañana. Dos horas antes habían empezado las contracciones y, tal como nos habían enseñado en el curso de preparto, anotamos en una bitácora la hora, intensidad y frecuencia. Parecían irregulares. Igualmente, a la hora y media, cuando al Sertal no le quedaba margen para hacerle frente al dolor, llamamos a Sara, la capa-partera. Nos preguntó por dónde andábamos. “Vénganse para acá que te revisamos y nos sacamos las duda”, ordenó cuando le comentamos que vivíamos a tres cuadras de la Suizo.
En el tercer piso de la clínica, confundida entre un mar de panzas, Agus quedó esperando unos minutos hasta que apareció la partera Vanesa, a quien habíamos conocido el viernes anterior en el primero de los monitoreos (eran tres, pero no hubo más) en el consultorio de Goñi y equipo, LOS médicos obstetras. Vanesa sería durante las próximas dos horas y media una especie de gurú espiritual del que no nos separaríamos más. Fue ella quien, ante nuestra incredulidad, avisó que el trabajo de parto había comenzado y que conoceríamos a Pedro ese día. “¿Hoy a la noche? ¿A la tarde?”, quisimos saber. “¡No! ¡ahora al mediodía!”, aclaró ante nuestra perplejidad.
Cuando por fin aceptamos que las contracciones eran ciertamente de parto, no quedó más que recoger las cosas y caminar del brazo de Vanesa las dos cuadras que separan a la Suizo del Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento.
El IADT fue la primera casa de Pedro hasta ayer a la noche y es el mismo lugar en donde yo nací hace algo más de 30 años. Es ese sanatorio que queda sobre la calle Marcelo T. de Alvear (aunque en la época de mi nacimiento todavía se llamaba Charcas, por eso hoy nuestros abuelos la siguen llamando así).
En el Diagnóstico no quedaba mucho tiempo para perder. Apenas lo mínimo para hacer los trámites de internación y algunos llamados de rigor… directo a cambiarse y a meterse a la sala de partos. Ese lugar, un pseudo-quirófano lleno de aparatos hostiles, empezó a poblarse de gente. A la presencia inclaudicable de Vanesa se le fue sumando primero la de dos enfermeras, María y otra cuyo nombre nunca conocimos, la del anestesista (Juan), dos neonatólogos y, más cerca de la hora, la de Omar, el obstetra encargado de sacar a Pedro. Con todos ellos más nosotros tres la cuenta asciende a unas 10 personas. Parecen muchas, pero me di cuenta de que cada una de ellas cumple una función clave. El más prescindible de todos los que estábamos ahí adentro era yo.
Para ponerle la peridural a Agus me echaron de la sala. Unos minutos y un par de quejidos más tarde volví a entrar para asistir al tramo final del parto, el más importante. Con la peridural el dolor se va. Así que sólo quedaba la parte de empujar, cosa que Agus, con la ayuda del equipo, hizo muy bien. ¡Y llegó Pedro! Hora de nacimiento: 12.22 del 23 de septiembre de 2010.
Si lo que estoy contando fuese una película, lo que viene ahora sería un giro dramático en la historia, un punto de quiebre que lleva la acción hacia otro lado. Es que a Pedro le costó respirar y hubo que llevárselo atrás para que le dieran oxígeno. Recién unos minutos después escuchamos los primeros llantos. Y cuando no lo traían de vuelta empezamos a preocuparnos. Aunque entre los que quedaron ahí no se veían gestos inquietos no había nadie que nos dijera “tranquilos, está todo bien, ya lo van a traer”. Un rato después el neonatólogo me llevó atrás y me contó que le estaban dando oxígeno porque no estaba aceptando bien el aire de Buenos Aires y que tenían que controlarlo durante tres horas para hacerle unos estudios y ver si sus pulmones se adaptaban bien al ambiente.
Fueron las tres horas más difíciles de estos últimos meses, sin exagerar.
Sin habitación disponible, sin más novedades y sin Pedro quedamos solos en la sala de parto. Apenas con María, la enfermera, que mientras le cambiaba los apósitos a Agus nos preguntaba si seguíamos alguna novela. “Acá éramos fanáticos de la ‘isla de Lost’”, confesó ante nuestra sorpresa. “Yo me bajaba los capítulos por Internet, los grababa en DVD y los veía durante la semana. ¡Qué malo que fue el final!”, se quejó. Nosotros la escuchamos y le sonreímos, pero no tuvimos muchas fuerzas para seguirle la corriente y contarle que nosotros también éramos fanas de Jack, Kate, Sawyer y el resto de los Losties.
Por fin a las dos horas el panorama se esclareció y todo empezó a estar más que bien. “Pedro está mejor, está respirando bien y quejándose menos; le vamos a hacer unos estudios de laboratorio y si está bien más tarde lo vamos a mandar con ustedes”. Las palabras del neonatólogo trajeron un alivio de ocasión. Apareció una habitación, la 317, y más buenas nuevas: ¡los estudios habían dado bien y nos lo iban a llevar para allá!
Para las 4 de la tarde aproximadamente por fin pudimos tener a Pedro con nosotros. A partir de ahí todo fue disfrutar, aprender y conocer a ese pequeño ser que nos está cambiando la vida, que pesó al nacer 3,555 kg y midió 50 cm.
La 317 se convirtió en un centro de peregrinación de gente: enfermeras, nurses, neonatólogos, pediatras, obstetras, puericultoras, camareras, mucamas, empleados de OSDE, de J&J y hasta de una fotógrafa que le sacaba fotos para poner en la Web. Nunca me imaginé que tendríamos que tratar con tantos gremios a la vez durante nuestra estadía en el Diagnóstico. Llegaron también las visitas (abuelos, tíos, bisabuelos, amigos) para completar el combo. Pensándolo bien, recién ahora que volvimos a casa podemos estar tranquilos los tres.
Pedro es cachetón, cabezón, tiene manos grandes y poco pelo. ¡Es el bebe más lindo del mundo!
Repetí esa frase unas 10 o 12 veces cada vez que me preguntaron cómo es.
Ahora nos tomaremos unos días para dedicarnos a pleno a nuestro rol de padres así que por mi parte queda anunciar que muy probablemente la actividad blogeril sufra una merma durante este tiempo.
Aprovecharé para aprender todo lo que haga falta y descubrir los mitos y verdades de la paternidad. Por ejemplo, a pesar de lo que me habían advertido, cambiar pañales no cuesta tanto y es casi tan fácil como cambiar las pilas de un control remoto.
A todos los que nos ayudaron y acompañaron durante este proceso tenemos que agradecerles profundamente. Quedan pocas palabras para describir lo increíble que es el ahora y a la vez lo inquietante que resulta pensar en el después.
Me voy a disfrutar. Chau.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué lindo! Bienvenido, Pedro! Mucha felicidad para todos!

Anónimo dijo...

Felicitaciones!!! Un beso a los 3 desde la distancia!
Ya iré a conocerlo...
Besosss, Maggie Casares

Pd: no sé que pasó con mi cuenta de Gmail, no puedo entrar y ahora tampoco puedo dejar mi comentario bajo esa cuenta.

SOFI CASADO dijo...

HOLAAAA NIENVENIDO PEDRO!!!!! SOY NUEVA EN ESTO DEL BLOG ASIQ NOSE SI ESTOY ESCRIBIENDO EN EL LUGAR INDICADO JEJEJE
ME ENCANTO EL RELATO Y OBVIO ME EMOCIONO MUCHOOOOOOOO
LOS SUPER FELICITO A LOS 3 Y LES MANDO UN BESO GIGANTEEEEEEE
LOS VISITARE EN LA SEMANA CUANDO ESTEN MAS ADAPTADOS
BESOSSSSS GIGANTES

Cholo dijo...

Felicitaciones!!! Aguante peter.
Cambiar pañales se empieza a complicar cuando se cagan toda la espalda (no creo que te pase eso con un contro remoto!). Abz!

Unknown dijo...

Felicitaciones a ambos!!! Muy emotivo el relato y me mato la parte del taxista, es genial. Beso a Agus y cuando estén mas tranquilos quiero conocer al pequeño.
Lou

Ana dijo...

¡Felicitaciones! Me sorprendí con "Hola pequeño ser". Me conmovió todo el relato. Unmigone, te estoy siguiendo en tu blog. Es una ventana a la vida. Besos a los tres. Ana que anda por ahí.

Denise dijo...

Chicos: me emocioné con el relato. Gracias por compartir tan linda experiencia. Les mando muchas felicitaciones y un abrazo enorme a los tres.

Unknown dijo...

UNGUI !!
que emoción leer tu relato....
Casi me muero....
Estoy más gaga que nunca !!!
miro las fotos de Pedro cada 15 minutos.
...Porfi mandame mas porque necesito más, jajaja
besos a los 3
los quiero mucho, Flor.

Unknown dijo...

Muy bueno relato.
Felicitaciones!!!

Y tal como dijo Cholo, dale tiempo a los pañales que ya va a empezar a ser complicado... Igual depende mucho del caracter del niño...

Abrazo

unmigone dijo...

Gracias a todos por sus felicitaciones, aportes y consejos. Y a Pedro por traer más tráfico que nunca a este humilde blog. Seguiremos informando.

Anónimo dijo...

Tremenda secuencia! Felicitaciones para agus y cabeza!
Este relato completo no deja lugar a ninguna pregunta sobre el tema.
Solo lo puede superar la pelicula!
abrazos y besos.
to+

Anónimo dijo...

hola chicos!! despues de tantos años sin verlos y desde tan lejos, me emociona (leerlos) tan bien y felices y disfrutando de Pedro.. les deseo lo mejor, se que va a crecer rodeado de amor... un beso grande grande a los 3...
abrazos desde garopaba...
Belén

Ungui tu blog es una sonrisa!!