En mi anecdotario personal me faltaba tachar el casillero "perder algo importante". Aunque muchas veces estuve a punto de perder llaves, billeteras o plata, el destino se las rebuscó siempre para hacer aparecer esos objetos perdidos después de unos minutos u horas de desespero. Por ejemplo, el año pasado perdí las llaves y, cuando ya estábamos llamando al cerrajero para hacer el cambio de cerradura, apareció Carlos, el portero del edificio, con el llavero que había encontrado la noche anterior cuando sacaba la basura.
El jueves pasado, sin embargo, la historia cambió y el destino quiso que ese 24 fuera la fecha indicada para tildar ese ítem maldito. Ahora, por lo menos, puedo contarlo acá...
El día había empezado mal (y terminó peor). Resfríado, con algo de fiebre y pocas fuerzas había coordinado para concretar una venta de unos productos vía ML. Hicimos la transacción a la hora señalada y me guardé los 350 pe en el bolsillo del jean.
No suelo llevar encima grandes sumas de efectivo y esta no fue la excepción: 350 pesos tienen cada vez menos relevancia en nuestra economía así que no me cuestioné el riesgo de andar con esa suma mediocre por el mundo.
Sin aburrir demasiado con los detalles intrascendentes bastará decir que a la noche fui hasta el kiosco de la esquina y en algún momento perdí el contacto con los billetes violetas. Sospecho del kioskero del Open 25 hs, a quien cuando volví a preguntarle ingenuamente si no se había encontrada plata me hizo una mueca medio cola de paja, y no hubo nada más que se pueda hacer.
Repasando todo ahora -con el diario del lunes diríamos- hice méritos como para que las cosas salieran así. Me arrepiento de todas ellas.
Ya es tarde. Mi economía está 300 pesos más flaca.
El episodio quedará en una anécdota mala para la posteridad.
A mí me agarró con la guardia baja.
Tendré que aprender.
1 comentario:
Perdiste 4 kilos de lomo!!
Yo te invito un asado así pensas en otra cosa!
to+
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