Si pudiera, me quedaría observándote durmiendo toda la
noche, abrazada a la frazada rosa y sosteniendo el perro de peluche.
Un año puede ser una eternidad y un instante, las dos cosas.
A veces, parece que fue ayer la madrugada de ese domingo inmóvil en el cual
partimos caminando al sanatorio que quedaba a la vuelta de casa. Otros días
recuerdo todo lo que hemos pasado durante todo este tiempo, y es mucho.
Mudanzas, vacaciones, dientes, médicos, comidas, aplausos, enfermedades
(pocas), golpes (algunos), mamaderas, pañales. Todo en perfecta armonía. Y
hasta un día, mientras Mamá se recuperaba de una operación, descubrimos que
estabas dando tus primeros reales primeros pasos. ¡Tan pronto! Y ahora también
balbuceas unos sonidos similares a palabras. ¿Decís “agua” igual que Pedro?”
Qué suerte que tenemos de tenerte.
¡Feliz primer cumpleaños!
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