
Son caros, aburridos y encima se apropian de la palabra "alfajor" para pretender hacernos creer que son ricos. Desde este espacio, hoy le declaramos la guerra a los alfajores de arroz.
Si quien lee esto no conoce estos productos, cosa poco probable, hará falta aclarar entonces que los alfajores de arroz son la vedette de los kioscos y están protagonizado un boom de ventas gracias a su supuesta condición de light y sanos. Como sentencia este muy buen blog sobre consumo, "los alfajores de arroz ya se convirtieron en la categoría nueva más exitosa dentro del planeta quiosco desde que Ricardo Fort introdujera las barritas de cereal". En rigor, no son ni más ni menos que dos capas de ese telgopor que todas las dietas recomiendan, separando un centro de pseudo-dulce de leche y coronadas por un tímido bañado de chocolate amargo (el que tiene menos azúcar y, por ende, el menos rico). Con todo esto, acusan aportar menos de 80 calorías. Chocoarroz fue la marca pionera aunque los (las) expertos(as) confiesan su debilidad por los Cachafaz.
Desde mediados del año pasado, veo diariamente a mis compañeras de trabajo peregrinar religiosamente a los kioscos en busca de su alfajor de arroz. Invierten de su bolsillo por lo menos 60 pesos mensuales en ese ritual, a razón de 3 pesos la unidad y multiplicando por los 20 días hábiles del mes. Ante la sospechosa actitud adictiva, un día de este verano decidí probar y experimentarlo con mis propias papilas gustativas. Estaba dispuesto a dejar mis prejuicios de lado en pos de descubrir algún tipo de placer que justifique tamaña inversión. Nada de eso sucedió. Al contrario, profundicé más mi odio hacia estos telopores recubiertos en chocolate. Debo admitir que sólo probé el Chocoarroz de Deli Light y no le di mi oportunidad al Cachafaz (en ese entonces todavía no se vendía en kioscos), pero la degustación me llevó a comprobar que una mujer a dieta está dispuesta a cualquier cosa, incluso a tentarse con un alfajor de arroz.
Intenté frenar -sin éxito- ese comportamiento demencial. No hay caso, los alfajores de arroz llegaron para quedarse. Así como no me molesta que un amigo fume, tampoco puedo condenar a los consumidores deliberados de esta bazofia. Pero lo que sí me presenta un problema es que quieran hacernos creer que eso es un alfajor. ¡Dejémonos de joder! ¡Alfajor es otra cosa!