Tal vez este sea el último ticket del Supermercado Azcuénaga (cfr. el Chino de enfrente de casa) que registre una compra familiar.
Con mucho pesar y después de casi 6 años de noble servicio, una intoxicación masiva atribuida a unos ravioles de ricota La Salteña retirados de su góndola de frío dejó a Li y a su mujer sin crédito y a mí sin margen para sostenerlos como proveedores.
Lástima.
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