El sol que está ahí, quieto, inmóvil; y que cumple su misión a medias. El viento en la cara que avisa y el frío que en los pies molesta; en la punta de de los dedos de los pies. Las hojas secas que raspan la vereda. ¿Sweater o campera? La campera que engorda y deforma. Las manos calientes en los bolsillos y la nariz fría, nada que hacer. Las mañanas eternas y las tardes cortas, cortas. Todo eso en su justo punto de equilibrio.
Me gusta pasar el invierno en Buenos Aires...
Me gusta el texto y más aún la placa.
ResponderEliminar¡Qué bueno! ¡Me encantó! Coincido, pero no sólo en el invierno de Buenos Aires. También otoño.
ResponderEliminarEs obvio que ese comentario lleno de signos de exclamación de ambos lados y tildes en todas las letras es de mamá
ResponderEliminarMaría
Es obvio que ese comentario lleno de signos de exclamación de ambos lados y tildes en todas las letras es de mamá
ResponderEliminarMaría