sábado, 20 de julio de 2024

Cuándo llega ese Chulo

Hace no muchos años, creo que fue en 2019 o 2018, cuando todavía estaba Beby, alguien hizo por fin la pregunta: 

"Chulo, ¿desde cuándo te dicen Chulo?" Eso se dirá más adelante, pero no me puedo olvidar del día en que mi abuelo me llevó al cine. 

Éramos él y yo solos. Entre todos sus nietos (hoy 23, en aquel entonces habremos sido 12 o 13) me eligió a mí. No como cuando fuimos con mis hermanos a ver el Circo de Moscú en el Luna Park o en 1993 cuando nos llevó a todos los Migone a ver Jurassic Park al cine de Belgrano. 

 Tuve que investigar para recordar con precisión cercana la fecha. De acuerdo con IMDB, el estreno en la Argentina fue en noviembre de 1987. O sea, yo tenía más de 7 años y completaba la cursada de mi segundo grado en el colegio Pilgrim's. 

A la vuelta, me dejó en el Blooming, el jardin de infantes del que había egresado hace dos años y en el que María o Nacho celebraban el Familiy Day junto con Mamá y Papá. En el país la película que vimos se conoció como "SOS hay un loco en el espacio". El título original es "Spaceballs", nada menos que la parodia de Star Wars dirigida por Mel Brooks. 

Fue en el cine Metro, Cerrito-9 de Julio, a pasitos del Obelisco. Estoy 99% seguro de que así fue. Muchos años después le recordé esa epopeya infantil a Chulo. "¿Te acordás cuando me llevaste al cine Metro a ver esa película que era una joda de La guerra de las galaxias?", lo indagué. "Me acuerdo -contestó-. Pero no fue en el cine Metro. Fue en cine Gaumont". 

No le quise discutir, pero ya era lo suficientemente grande y culto como para saber que mi memoria infantil era indeleble y que en el Gaumont se proyectan casi exclusivamente películas argentinas. Chulo era así. Le gustaba revolver en el pasado. A su manera o como haya ocurrido objetivamente, no importaba. Largas historias de su vida. A veces interesantes y bien narradas. A veces, no tanto. Sus highlights que yo recuerdo: el largo viaje a Estados Unidos donde fue escriba e intérprete de Ababo, con la reunión con Roosvelt como pináculo del derrotero americano; luna de miel en la Europa de posguerra; y los safaris en la Sudáfrica del apartheid. 

En las reuniones en Pacheco contaba chistes que se repetían año tras año y levantaba la voz por las barbaridades que acontencían en el país y los desastrozos que eran los políticos de turno. Era un abuelo con forma de abuelo. Visualmente era el abuelito de las propagandas. Una vez, dijo Beby, mientras hacía un trámite del banco, una scouter de publicidad lo quiso tentar para participar en un comercial. Uno de mis primeras memorias de chico tiene la imagen del "autazo". Era un auto rojo, a pedal. Me lo regaló Chulo y cada tanto lo recordábamos juntos. 

Dormía la siesta en el sillón del escritorio. Desde ese lugar seguramente también pensaba el mundo, entre libros y recortes de diario que guardaba prolijamente en carpetas y folios. Encima de la puerta corrediza estaban los gordos volúmenes con los discursos de FDR, el primero de los cuales estaba autografiado para al ingeniero Migone. 

Dedicó una buena parte de vida adulta a la educación. Desde su condición de rotario armó la Fundación del Rotary Club de San Isidro, con sede en Martín y Omar 396, el escritorio. El que fuera mi domicilio en el DNI durante casi 30 años. En junio de 2010 le dieron el reconocimiento que merecía. Según consignaron medios zonales: 

El Ateneo de Estudios Rotarios condecoró a Luis M Migone, integrante del Rotary Club de San Isidro, con el Premio Rotario del Año. La ceremonia tuvo lugar el sábado pasado en la USAL de Pilar y se realizó en el marco de la IIIª Asamblea del Distrito 4825, ante la presencia de un auditorio colmado de representantes de todos los clubes del Distrito. 
(...) 
A la vez, reconoció el fruto fecundo de su trabajo, imposible de llevarse a cabo sin la colaboración de todo el Club. Y realizó un reconocimiento muy emocionado a su familia que le permitió dedicar horas a su trabajo de rotario de San Isidro. 
 Al finalizar, Migone dijo con palabras muy elocuentes: “Trabajemos para consolidar en la sociedad el poder para amar y desterrar el amar para el poder”. Todos los asistentes, de pie, rindieron su homenaje con un prolongado aplauso. También fue distinguido antes de eso cuando San Isidro cumplió 300 años, en 2006.

Fue elegido como uno de los 300 sanisidrenses destacados y le dieron una planta que tal vez Beby haya hecho crecer en el jardín. En el mismo parque hubo bananas, paltas, nísperos, duraznos y muchos árboles. Pero a Chulo le gustaba en sus últimos años cosechar limones y repartirlos cuando íbamos a visitarlos. 
De tanto en tanto desempolvaba y mandaba a arreglar el proyector y convocaba a alguna función para que veamos películas y grabaciones familiares en, creo, Súper 8. Allí estaban entre otras las historias de Rompococo, un gigante medio falopa que fue su caballito de batalla a la hora de narrar cuentos a los más chicos, por varias generaciones. 

Los trenes Marklin, el Mecano, los rompecabezas: objetos que forman parte de mi infancia, de mi adolescencia, de mi vida adulta. En todos ellos está el imaginario chulense. Desde las nevadas sierras de La Cumbre le escribí una carta en 1990. La casa El Mirador fue testigo de tres vacaciones de invierno de los Migone y De Las Carreras. Nunca me las voy a olvidar. 

Cuando María se empeñó en sacar la ciudadanía italiana convocó a todos los Migone a participar. El primero (y único) que aceptó el convite fue Chulo, que aportó financiamiento y documentación para el trámite, que salió finalmente en 2011. Chulo estaba orgulloso de esa historia. Sacó el pasaporte italiano, incluso sabiendo que probablemente nunca lo usaría. 

En el mismo jardín donde cosechaba los limones Chulo cerró los ojos por última vez durante la tarde del viernes 28 de junio de 2024. 

"Sabés desde cuándo me dicen Chulo?" -le contestó a Agus, la que formuló la pregunta que parecía un tabú esa tarde de 2018, o 2019- "Me dicen Chulo desde antes de que yo naciera. Porque había una amiga de mi madre que era española y le preguntaba todo el tiempo a mamá, que estaba embarazada, '¿Cuándo llega ese Chulo?'". 

Chulo nació en Buenos Aires el sábado 23 de mayo de 1925.